INDICE DE CONTENIDOS

22 - ENSAYO SOBRE EL DON
21 - POR UN FEMINISMO DE LA RECUPERACION
20 - LO QUE SE OCULTA TRAS LA CUESTION DEL
VELO ISLAMICO .
19 - LAS SERRANAS (primer avance)
18 -EL CREACIONISMO Y LA DOMINACIÓN:
VIGENCIA DE KROPOTKIN
17 - LOS LIMITES Y LA COMPLACENCIA
16 - A LA VERDAD - Lope de Vega
15 - D. Quijote explica a unos cabreros la edad dorada y se declara defensor del modo de vida de las mujeres en aquellos tiempos (Miguel de Cervantes)
14 - LA DEGENERACIÓN DE LA RAZA HUMANA POR LA
PÉRDIDA DE SUS CUALIDADES FUNDAMENTALES.
13 - ¿DÓNDE ESTA WALLYS? (un juego semántico)
12 - EL EQUIVOCO DE NIETZSCHE
11 - El abrazo materno y el continuum del sistema sexual de
la maternidad: a proposito del Metodo Madre Canguro
10 - PARTO ORGASMICO: testimonio de mujer y
explicación fisiológica.
9 - Sobre la función orgánica y social de la sexualidad (I)
8 - Hace falta una Declaracion Universal de la Condicion
humana.
7 - Aunque el fascismo se vista de seda, fascismo se queda.
6 - Tres versos de Lope de Vega
5 - Nota aneja al libro Pariremos con Placer (2ª edición)
4 - El deseo materno existe y hay que decirlo
3 - Amamantar por placer (reseña de un libro)
2 - ¿Domina el sistema neurológico los demás sistemas del
cuerpo? - Las cosas como son y las palabras para decirlo
1 - Objetivos de AMARYI



viernes, 19 de diciembre de 2008

Hace falta una Declaración Universal sobre la Condicion Humana


Estos días atrás, con motivo del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, distintos medios se han hecho eco de la desgraciada situación en la que están estos reconocidos y proclamados Derechos. Y lo más inquietante es que parece que vamos de mal en peor, es decir, que estamos peor que hace unos años.

Hace ya tiempo que Alice Miller vaticinó este agravamiento de la violencia y de la violación de los derechos humanos; de hecho, es lei motiv de su obra. La correlación entre el trato a la infancia y la violencia social es una evidencia abrumadora.

La sociedad se ha dotado de leyes y de normas para regular los niveles de violencia, como si el hombre fuera 'un lobo para el hombre', y lo que hace falta es apelar y reconocer que los seres humanos somos generosos, desprendidos, amantes desinteresados, complacientes, compasivos, responsables predispuestos a conservar la vida y a cuidadarnos l@s un@s a l@s otr@s.
Los niveles de violencia y de violación de los derechos humanos no van a disminuir mientras que se siga creyendo en el fratricidio y no se fomente la confianza y el desarrollo de las cualidades humanas originales o innatas. Dicho de otro modo, el desarrollo de los Derechos Humanos requiere del desarrollo de las cualidades que caracterizan la condición humana.

La idea es hacer una Declaración Universal sobre la Condición Humana, no sólo porque tendrían que mostrar el panorama de la restauración social de los paradigmas originales de la vida, sino como estrategia para lograr un mayor respeto a los Derechos Humanos reconocidos, en tanto y no se logra dicha restauración social.

En 1965 un grupo de científicos, del entorno de la UNESCO (entre los que se encontraba Federico Mayor Zaragoza), hizo una declaración sobre la violencia, para afirmar que no está genéticamente determinada, y que científicamente no se puede sostener aquello de que ‘el hombre es un lobo para el hombre’.

Quizá habría que partir de aquella Declaración para elaborar una Declaración Universal de la Condición Humana, que sirviera de referente para que los agentes sociales y políticos implementaran planes de fomento y de desarrollo de dichas cualidades.
P.D.
Esta idea surge de mi experiencia con l@s niñ@s:
Cuando en ambientes de tensión competitiva y autoritaria se apela a su condición fraterna, se produce un cambio radical de comportamiento. Recuerdo una vez el caso de dos niñas de 7 y 4 años entre las que había una dinámica de rivalidad enquistada; la pequeña tenía una posición de privilegio con respecto a la niña mayor, y ésta reaccionaba haciéndola de rabiar, quitándole las cosas, etc., y entonces la pequeña lloraba y acudía a la gente mayor que trataba de arreglar las cosas, con los típicos, ‘cada cual tiene que jugar con sus cosas’, ‘un ratito cada una’, ‘no hay que pegarse’, etc. Le expliqué a la mayor que lo natural es que l@s herman@s mayores cuiden a los pequeñ@s, y que la relación de herman@s es de lo más hermoso que hay en la vida, añadiendo el relato de Margaret Mead de cómo funcionaba la infancia en Samoa, en donde l@s niñ@s a partir de un momento, creo recordar 2 años o así, dejaban de estar al cuidado de las madres y pasaban el día con el grupo de niñ@s, y eran l@s niñ@s mayores quienes cuidaban y se hacían cargo de l@s pequeñ@s; así le dije a la niña mayor ella tenía que cuidar de la pequeña como si fuera su hermana menor, como hacían los samoanos. La niña mayor cambió el comportamiento de manera tan radical que yo fui acusada de pertenecer a una secta que manipulaba a l@s niñ@s con "a saber qué métodos", pues no podían ni imaginarse que la niña de 7 años pudiera albergar otro tipo de sentimientos que los de la rivalidad y la posición de dominio en base a la jerarquía por la edad.

Esto es solo un ejemplo. Entre mis hij@s hay una diferencia de edad de casi 5 años, y en ciertas etapas de su infancia se juntaban a diario en casa grupos de niñ@s, vecin@s y amig@s de amb@s, que venían a jugar, con esa diferencia de edad, y el funcionamiento samoano fluía sin conflicto alguno. Si yo tenía que bajar a comprar pan o a alguna cosa, les decía sólo que se acordasen de Samoa, lo cual quería decir que l@s mayor@s tenían que estar al tanto de l@s pequeñ@s porque yo no lo iba a estar.

Mis amig@s que han hecho turismo por el mundo, conociendo mi interés por la infancia, me han ido enviando postales de niñ@s (de la India, Kenya, etc.) y conservo algunas en las que se puede ver a niñ@s de 5 ó 6 años llevando aúpas a pequeñ@s. Esto es un vestigio del tipo de relaciones infantiles samoano.

La relación natural es que l@s mayores cuiden de l@s pequeñ@s. Me remito al texto Continuities and Discontinuities in Cultural Conditioning de Ruth Benedict(1) para entender por qué nuestra cultura destruye esa relación, al negar las habilidades, capacidades, sentimientos, sentido de la responsabilidad de l@s niñ@s, haciendo de ell@s una panda de tont@s y de inútiles consumistas que sólo hacen que dar trabajo.

La extrapolación a gran escala puede parecer utópica o irrealizable, pero creo que es lo que hay, que no hay otra posibilidad de salvación para la Humanidad, que esta de la promoción de nuestras cualidades básicas, es decir, la restauración del funcionamiento de todo lo básico - biológicamente determinado - que ha sido violado. La civilización contra natura es un suicidio, y la llamada inteligencia artificial es el arma que está ejecutando este suicidio. Esto no es una negación de la tecnología o de la industria, o de la necesidad de crear artificios inteligentes: sólo es el reconocimiento de que la civilización, los artificios y la inteligencia tienen que estar en armonía con la naturaleza, no pueden violar los aspectos básicos de su funcionamiento. Nuestros hábitos y costumbres tienen que modificarse para restaurar un modo de funcionar acorde con nuestras cualidades básicas.
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(1) Psychiatry, Vol.1, May 1938.

Aunque el fascismo se vista de seda, fascismo se queda


EL CONDUCTISMO EMOCIONAL
Y LA CREACIÓN DE UNA TEORÍA DE SUSTICIÓN DE LA SEXUALIDAD,
PARA UN NUEVO ORDEN SOCIAL ORWELLIANO

El conductismo emocional no podía ser otra cosa que una estrategia política perversa. No había otra explicación, era un diagnóstico per se, y también por exclusión. Se trata:

1º) de hacer desaparecer la noción de la sexualidad; ahora bien, como reprimir la sexualidad en nombre de la civilización ya no suena políticamente correcto, lo que se hace es

2º) descomponerla en ‘instinto’ por un lado, y en ‘emociones’ por otro; porque tanto el control (e incluso la represión) de los ‘instintos’ como el de las ‘emociones’ sí pueden tener una apariencia políticamente correcta, a diferencia de lo que ocurre con la sexualidad después de todo lo avanzado en el siglo pasado; por ello nos han bombardeado con la noción de las ‘emociones-negativas’, que está sustituyendo con éxito la noción de ‘sexualidad-pecado’ que ha quedado desfasada; así es como la necesidad del autocontrol de las emociones encubre la autoinihibición de la líbido, y permite un margen de argumentación y de justificación para implementarla.

3º) finalmente se va dando al impulso sexual una apariencia perversa, asociándolo incluso identificándolo con las prácticas sexuales impuestas por la fuerza, para que parezca que el impulso sexual lleva a la agresión sexual, al abuso, a la violación, etc., lo que de hecho ya se ha logrado con la sexualidad infantil.

Los tres aspectos forman parte de una estrategia global de una ‘nueva’ teoría conductista para un nuevo orden social orwelliano, de dominación invisible y sumisión inconsciente.

Voy a señalar algunas cosas que he percibido recientemente, de diversa importancia en cuanto al impacto social, que tienen en común el que me han hecho pensar en lo arriba escrito.
Hace poco, en una entrevista en la televisión le preguntaron a Eduardo Punset su opinión sobre el cambio climático. Respondió que para él lo importante no era lo de fuera sino lo de dentro de las personas, las emociones, que había que controlar (sic). Creo que no hace falta hacer demasiados comentarios a su respuesta, tanto por la negación implícita del cambio climático y de la necesidad de tomar medidas políticas y económicas urgentes, como por la razón de dicha negación, nada menos que la reivindicación del control de las emociones, así en general, sin paliativos: ni los Diez Mandamientos ni la moral católica en sus peores versiones han sido tan totalizadoras en la represión de los seres humanos, pues hacían una definición puntual y concreta de lo que debía ser reprimido; desde luego que eran cosas básicas como la pulsión sexual por un lado, y la ira, la soberbia etc. para posibilitar la sumisión, por otro, etc. Pero aquí se aboga por un control de la totalidad, de las emociones en general, con todos sus flecos, supongo que para reordenarlas globalmente según ‘la nueva conciencia’ del nuevo diseño social para las nuevas generaciones: a saber, la ‘nueva conciencia’ de un positivismo capaz de convertir en ‘positivo’ cualquier cosa, y entonces convertirnos en disciplinadas y positivas cobayas, consumidores más positivos todavía y superpositivos esclavos (CCE); es decir, seres humanos robotizados y manipulados por el Poder absoluto de una minoría fanática que en estos años ha conseguido amasar un poder político y económico de una dimensiones únicas en las historia de la humanidad. Somos las CCE de la sociedad orwelliana, que trabajamos, consumimos y dejamos que experimenten con nuestras vidas como si fuéramos cobayas, y que no pensamos ni sentimos, del puro acorazamiento en el que sobrevivimos. O eso parece, porque así es como funcionamos, como si el acorazamiento nos impidiera pensar y sentir.

Han podido diseñar agujeros negros para succionar la gran inmensidad del capital financiero mundial: eso pueden hacerlo porque el Capital es un artificio sin capacidad de autorregulación, y como tal artificio le pueden cambiar sus elementos para acumular más y con más control lo acumulado. Sin embargo con respecto a los seres vivos, este Poder es un gigante con los pies de barro, y sus programas de alteración de los procesos en los organismos vivos no acaban de funcionarles del todo; a veces programan una cobaya para que salga con el pelo naranja o azul, y les sale con el pelo rojo o verde; meten programas para conducir los egos, pero no tienen en cuenta la criatura humana que subyace al ego, y a veces ésta sale respondona y no se deja amilanar por el ego, y le da la vuelta a ese programa meticulosamente diseñado para su ego.

Sin entrar en la miseria científica de la respuesta de Punset, la miseria humana es difícil de catalogar. Se entiende ahora su lanzamiento mediático por la trama política dedicada a implementar la sociedad orwelliana.

La segunda cosa que me ha llamado la atención, es el libro último de Michel Odent que me ha llegado, Ecología Prenatal de la editorial Creavida. No lo he leído todavía, sólo le he echado un vistazo y me ha llamado la atención el título del capítulo 8: Esbozo de una teoría sobre los instintos-emociones. ¡Pobre Michel Odent! Con lo ardiente defensor que es de la sexualidad humana y de su función corporal y social… Esto es otra pieza más de la creación de una teoría de sustitución de la sexualidad, que permita implementar el nuevo orden de dominación invisible, mediante el control voluntario de las emociones… y de las conductas, claro. Una nueva teoría, además de la mano de un autor identificado con ‘la cientificación del amor’, etc. etc. Incluso encabezan el capítulo con una cita mía sobre la función de los flujos y efluvios de la sexualidad maternal en las relaciones sociales, pero asegurándose de que la cita sólo dice que dichos efluvios y flujos proceden del cuerpo materno, y que no aparece la palabra ‘sexualidad’: dejando así la puerta abierta a hacerlos provenir de ‘los instintos-emociones’.
La estrategia es perfecta, pues evidentemente, nadie puede negar que la pulsión sexual forma parte de ‘los instintos de supervivencia’ de la especie humana, y tampoco se puede negar que los impulsos sexuales cursan con emociones. Es una maniobra dialéctica sutil con la que me he topado a menudo, como lo de decir que la energía sexual es una energía cósmica, y utilizar esta afirmación, que es cierta, para desviar la función concreta de la sexualidad hacia una deriva mística, es decir su sublimación (la estrategia jungiana para implementar la sublimación). Es como si digo que mis manos forman parte del cosmos (lo cual es tan evidente que es casi tautológico), y me quedo ahí obviando la función concreta de mis manos con respecto a mi cuerpo. Es decir, se trata de una estrategia discursiva que consiste en silenciar el meollo básico del asunto, y derivarlo por realidades amplias globales o que le subyacen, todas ellas innegables, reales, lo cual hace más fácil que cuele la desaparición de lo básico.

Llevan años bombardeándonos con la biología del amor sin sexualidad, la vida sin autorregulación, los cuerpos sin líbido, ¡¡el cuerpo a cuerpo con la madre como una metodología!!, el juego infantil como método pedagógico, el analfabetismo emocional y sexual, etc., etc., y ahora ya la nueva teoría de los instintos-emociones: todo con tal de hacer desaparecer los impulsos que hacen que las personas se muevan por sí mismas, es decir, hacer desaparecer lo que hace que no seamos objetos, ni máquinas ni robots, para que efectivamente seamos como los seres inanimados que no se mueven por sí mismos. Suprimir los impulsos propios es el pre-requisito para ser movidos por las cuerdas con las que nos tienen sujet@s.

Hay muchas imágenes que pueden representar esta robotización: hay una que he mencionado a menudo, el chupete de plástico. Otra imagen es la del niño o niña que en cuanto tiene cinco minutos sin programación, dice ‘me aburro’, y acto seguido los padres le enchufan la tele o la videoconsola.

El niñ@ que se aburre en cuanto tiene 5 minutos libres, es un hecho insólito en la historia de la Humanidad. Un hecho insólito que junto con el chupete de plástico debería ser objeto de toda la atención de la antropología. Harían falta tesis doctorales para estudiarlo, claro que ya están sustituyendo los doctorados por los masters, para que nadie piense e investigue por su cuenta.

Antes l@s niñ@s estaban siempre en la calle correteando e inventando todo tipo de juegos y de cosas, y las madres salían a llamarles cuando estaba la comida lista, y a veces les costaba conseguir hacerles entrar en casa. Ahora los padres se pasan el día comprando juguetes y apuntándoles a actividades extraescolares para que sus hij@s no se les aburran y no les den la lata.

Volviendo a las cosas que me han hecho pensar en la estrategia contra la sexualidad, quería mencionar también un cortometraje que me ha enviado un desconocido por Internet, diciéndome que lo ha hecho inspirándose en mis libros. En el documental aparecen dos muñecos de aspecto robótico, un hombre y una mujer realizando un coito o algo así, mientras que una pequeña máquina, como si fuera un despertador, hace tic-tac y va echando oxitocina. La estética es de un surrealismo mecanicista, propia de lo contrario de la sexualidad, es decir, propia de la tecnosexología. En un momento dado, el hombre saca un puñal y agrede a la mujer. Al final aparece una frase supuestamente mía (aparece con mi firma) contraponiendo el útero y el corazón. O sea viene a decir que si el impulso sexual es agresivo, el amor ‘bueno’ no debe salir del útero sino del corazón. Estoy haciendo un resumen de memoria y rápido, pero se puede ver dicho corto en: http://www.animacam.tv/contenido.php El título del corto es ‘Oxitocina’ . Así pues según el autor de este documental mis libros inspiran actos de violencia sexual.

Decía que estos datos tienen distinta importancia pero el mismo significado, y apuntan en la misma dirección: descomponer el fenómeno real de la sexualidad, para poder implementar una represión disfrazada de ‘control’ de sus componentes por separado, y acabar malignizando y asociando la pulsión sexual a la perversión y a la violencia.

Así tenemos el siguiente panorama global: El SIDA, como peste asociada a la promiscuidad, los embarazos y abortos de adolescentes, la pedofilia asociada al abuso infantil y convertida en plaga, etc.; y para terminar, en el mundo de la judicatura y penitenciario, toda una concatenación de sabotajes encaminados a que los agresores sexuales cometan cuantas más tropelías mejor, con jueces y secretarias que no encarcelan a los ya juzgados y condenados por delitos sexuales, funcionarios que no vigilan a los que llevan pulsera con GPS, etc.

En cuanto al movimiento reivindicativo de la maternidad, me remito al escrito colgado en esta misma blog ‘El deseo materno existe y hay que decirlo’; en resumen, hay una doble estrategia: una, la de la ocultación de las pulsiones sexuales maternas para las mujeres en general; y la otra, la administración de hormonas artificiales y otras drogas para disuadir fácticamente a las mujeres que tienen acceso a la información.

Versos de Lope de Vega


Amo naturalmente a quien me ama
y no sé aborrecer a quien me aborrece:
que a la naturaleza el odio infama.


Lope de Vega, de La Filomena


L@s poetas con cierta frecuencia nos sorprenden por su capacidad de expresar en pocas palabras tratados enteros de filosofía o de política. Aquí tenemos en tres versos la condición recíproca, y por ello armoniosa, de la sexualidad, y el sentido bondadoso de la naturaleza. Lope de Vega además de gran poeta, era un gran antropólogo y un gran sociólogo.

Entre sus hallazgos socio-antropológicos están la diferencia entre la madre antigua verdadera y la madre patriarcal, y la diferencia entre la piel y el paño de tela para un bebé recién nacido.

Al igual que Machado, de una pincelada deshace la confusión entre las cosas de la vida
y las cosas del fratricidio y de la dominación.

NOTA A AÑADIR AL LIBRo "PARIREMOS CON PLACER" 2ª EDICIÓN

Sobre la densidad de los receptores de oxitocina

La densidad de los receptores de oxitocina en el tejido muscular uterino es variable, según un estudio realizado en músculo uterino de mujeres a las que se les había practicado una cesárea. Se tuvo en cuenta si la cesárea había sido programada, si se había realizado un trabajo previo sin lograr la dilatación necesaria, y si se había realizado dicho trabajo suministrando oxitocina sintética. Se encontró una variabilidad en la densidad o cantidad de dichos receptores (1).

Esta variabilidad estaría en relación directa con la facilidad o dificultad de los partos, lo cual es consistente con todo lo dicho en el apartado sobre La fisiología natural del útero de este libro.

Michel Odent (2) sugiere que, a su vez, esta variabilidad dependería de la vida sexual de la mujer antes del parto, lo cual corroboraría lo dicho en el apartado La represión de la sexualidad en la infancia y el útero espástico también de este libro.




(1) Rezapur M. et al., Myometrial steroid concentration and oxytocin receptor density in parturient women at term. Steroids 1996; 61:338-44. Citado por Michel Odent en la Cientificación del Amor. También cita los siguientes estudios:
Fuchs, AR., et al., Oxytocin and the initiation of human parturition. Stimulation of prostaglandin production in human decidua by oxytocin. Am. J. Obstet. Gyneco. 1981; 141:694-97
Solof, M., Hinko, A., Oxytocin in receptor and prostaglandin release in rabbit amnion, The Neurohypophisis, Annals of the New Y. A.of Sciences, 1993, Vol 689:207-218


(2) Michel Odent, La cientificación del amor, Ed.Creavida 2001

miércoles, 22 de octubre de 2008

EL DESEO MATERNO EXISTE Y HAY QUE DECIRLO

A propósito de la idea de ‘criar con el corazón’, pensé que no, que ya no vale el argumento de que hay que decir las cosas poco a poco.

El deseo materno es una pulsión sexual, y existe, a pesar de todo, en nuestros acorazados y desconectados cuerpos, aunque apenas lata, aunque apenas derrita y perfore nuestras corazas, y casi ni le llegue al neocortex. Reprimido, inhibido y calumniado, a pesar de todo, es la esperanza de la humanidad.

Como decía Michel Odent en una reciente entrevista, la cuestión no es qué le pase a tal o cual criatura concreta; la cuestión es si la humanidad puede sobrevivir si se hacen innecesarias las hormonas del amor… qué grado de robotización de los cuerpos puede soportar nuestra especie, y qué grado de robotización alcanzaremos si se castra su impulso básico.

El deseo materno es la pulsión sexual que guía y regula la maternidad. Esta es la verdad de la maternidad que no se sabe o que no se dice. Después de tres generaciones de partos hospitalarios y de lactancia artificial, las consecuencias son tan desastrosas en términos de enfermedades mentales y psicológicas (depresiones, suicidios), y en términos de violencia infantil y social, y son tan evidentes, que la gente empieza a hacerse preguntas, a buscar explicaciones y a relacionar las cosas. ¡Y vaya Ud. a saber si no se topan con la verdad! Sobre todo porque hay muchas cosas que están ‘cantando’, como la neurología y las prácticas clínicas neonatales, y que están confirmando lo que ya sabíamos desde otros campos de las ciencias (historia, arqueología, antropología, sociología, sexología, etc.)

La pulsión del deseo en general, es una experiencia que todavía muchos seres humanos hemos conocido, y sabemos que existe. Y también el deseo materno es una experiencia que hemos vivido muchas, quizá, espero, suficientes mujeres.

Esta experiencia proporciona el conocimiento de que las técnicas amatorias son aspectos secundarios, y que lo esencial de la sexualidad y de la capacidad orgástica humana, es el deseo. Refiriéndome a la sexualidad coital, que es la más conocida, creo que todo el mundo sabe que se pueden practicar las 400 posturas del kamasutra, y ni rozar siquiera la experiencia de una relación espontánea guiada por el deseo. Las posturas por sí mismas no nos derriten por dentro ni producen flujos. Sólo lo hacen en la medida en que ayudan a la inducción o producción del deseo. El deseo por sí mismo, antes de guiarnos hacia cualquier postura, sólo con producirse, nos derrite y nos licua.

El sentido del olfato, tan importante en la inducción del deseo (recordemos la famosa anécdota de Napoleón y Josefina), guía los movimientos de las criaturas recién nacidas para llevarlas al pezón de la madre. Basta con abstenerse de cometer la normalizada violación de sus cuerpos que se practica en los hospitales, y respetar sus impulsos. Dice Bergman que explicar y hacer que la madre o una enfermera coloque a la criatura en la postura adecuada para empezar a mamar, es peor (Restoring the original paradigm).

La tecnosexología que en su día ya denunció Merelo-Barberá, ahora se aplica a la maternidad, sin necesidad siquiera de hablar de sexualidad maternal. Así se recomiendan las posturas para dar de mamar, el contacto piel con piel, la no separación… aspectos físicos que se pautan, seguramente necesarios en nuestro mundo de maternidad medicalizada, pero que cuando se proponen sin decir lo esencial, el deseo, siguen dejando el campo abonado para la robotización de la maternidad.

Inhibida la pulsión del deseo, entonces ya sólo queda ‘educar’ y conducir convenientemente las conductas, las posturas, los sentimientos y las emociones. En mi último libro he tratado de explicar el conductismo emocional que se practica hoy, como alternativa al desasosiego que producen las emociones desarraigadas de las pulsiones, y para encauzarlas en nuestros hábitos culturales y sociales.

En los tratados de neurología (Kahle, Universidad de Frankfurt) se explica que las emociones y los sentimientos se producen para acompañar e implementar el desarrollo de las pulsiones. Las pulsiones de las situaciones de alerta y de defensa, como la ira, la cólera, el enfado, etc., de hecho las conocemos y nombramos precisamente por los sentimientos que las acompañan, aunque también conocemos otros aspectos de su fisiología, como el aumento del ritmo y la presión sanguínea, la sudoración, la tensión muscular –carne de gallina, pelos de punta, nudo en el estómago-, descargas de adrenalina y cortisol, etc.. Las pulsiones sexuales del estado normal de relajación, también cursan con sus sentimientos y emociones amorosas. Todos los sentimientos y emociones forman parte de las pulsiones que animan el cuerpo, y que le mantienen vivo. Pero nuestra sociedad de relaciones de dominación no trata de mantener los cuerpos en su plena vitalidad, sino todo lo contrario.

Educar las emociones, si no fuera porque en realidad es una estrategia política perversa, sería algo tan ridículo como educar los glóbulos rojos o cualquier célula de nuestro cuerpo. No hay que educar ninguna emoción: ellas saben más que todos l@s psicólog@s del mundo junt@s, y además están a nuestro favor, a favor de nuestra autorregulación y de nuestro bienestar. La educación emocional encubre una estrategia de regulación y ‘normalización’ de las conductas, y se construye, obviamente, sobre una gran mentira sobre el cuerpo humano; es la psicología de los cuerpos que inhiben automáticamente sus pulsiones, la psicología del despiece y de la descomposición corporal al servicio de la política de la dominación invisible y de la sumisión inconsciente.

Hoy por hoy, la pulsión sexual ha desaparecido de nuestro mundo conceptual. De ser el pecado de la carne ha pasado a la nada. ¡Cómo vamos a entender a las pobrecitas emociones que han quedado huérfanas y desamparadas del propio cuerpo que las ha producido! ¡Cómo no sentir ansiedad ante semejante descalabro! Los sentimientos y las emociones que vagan erráticas en nuestros cuerpos, nos desasosiegan porque no podemos entenderlas, no podemos entender lo que nos pasa, y no podemos poner remedio a lo que nos causa malestar puesto que no podemos identificarlo. Entonces vienen y nos dicen que somos analfabetos emocionales y que tenemos que educarnos emocionalmente, y nos lo creemos. Esta nueva psicología del conductismo emocional incluso a veces se presenta bajo el epígrafe de ‘bioenergética’, un concepto que inventó Reich para referirse a la energía sexual como energía de la vida (La producción sexual es la producción vital per se. Reich, La función del orgasmo), y que ahora se desvirtúa para convertirse en lo contrario, en la negación teórica de la producción sexual: la psicología de los cuerpos sin líbido.

Las emociones son sabias, tan sabias como las pulsiones que mantienen nuestro metabolismo basal mientras dormimos. Los cuerpos humanos no son analfabetos; son sabios. Cuando estamos conectad@s con nuestras pulsiones, también nuestras emociones y sentimientos son transparentes, y percibimos su origen y su sabia función a favor de nuestro bienestar y de nuestra autorregulación. Y cuando las emociones y los sentimientos son transparentes, no se nos puede engañar ni someternos inconscientemente. Y es que, cuando desinhibimos el deseo, recuperamos la armonía original entre las pulsiones y las emociones, un importante aspecto de la unión sinérgica de todos los sistemas nuestro cuerpo, y entonces este recupera todo su esplendor, su transparencia interna, su capacidad y su fuerza. He encontrado referencias antropológicas de al menos tres pueblos cuyas mujeres podían decidir cuando se quedaban embarazadas, sin fármacos ni condones.

La represión puntual de las pulsiones no es suficiente para hacernos perder la sabiduría corporal. Si el neocortex trabaja en armonía y a favor del cerebro límbico, tras los percances ocasionales la autorregulación se recupera. Por eso hace falta engañar al neocortex para que actúe de inhibidor del cerebro límbico; y por eso no tenemos que saber que el deseo existe, que la pulsión sexual es lo que pone en marcha el desarrollo de nuestra capacidad orgástica y que forma parte de nuestra regulación fisiológica; y muy especialmente, que guía y regula la maternidad. En la era de la dominación invisible, ya no se puede prohibir directamente el ‘pecado de la carne’ que explícitamente reconoce la pulsión corporal.

Pero en el fondo todo esto es poco novedoso. Lo nuevo es su apariencia ‘científica’ y su grado de sofisticación para adaptarse a una sociedad que, como predijeron los autores de la novela de ciencia-ficción, requiere que la gente no se de cuenta de que está siendo controlada y utilizada. Cuando yo era joven, esto que ahora llaman ‘educación emocional’, se llamaba sublimación del deseo y de la líbido. El amor, aunque dijeran que salía del alma y no del cuerpo, también lo situaban en el corazón. El corazón late para bombear la sangre y no es un órgano erógeno; y por eso quizá es un buen sitio para recolocar imaginariamente los sentimientos amorosos una vez desconectados de las pulsiones. “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío” era nuestro mantra que recitábamos mientras que sublimábamos nuestras pulsiones adolescentes; o también “Sagrado Corazón de María, sed mi salvación.”



Lo de pintar el amor con sus rayos, lo copiaron de las sociedades prepatriarcales, que pintaban úteros y pechos, sus latidos y los movimientos expansivos de las ondas de placer. Una imagen vale más que mil palabras, dice el refranero, y con un poco de incienso y de canto gregoriano, puedes llegar a la sublimación mística más exquisita. Y, por si acaso, el corazón rodeado de una corona de espinas, uniendo el amor sublimado y el sufrimiento.

El amor verdadero no tiene el epicentro en el corazón, sino más abajo, en el vientre, donde nace el deseo, la pulsión sexual. Y no se expande en línea vertical ascendente, sino por todo el cuerpo, como los tentáculos de los pulpos que rodean y abrazan las panzas de los cántaros prepatriarcales.

El deseo materno es la pulsión sexual que guía y regula la maternidad. Esta es la verdad de la maternidad que no se sabe o que no se dice. La responsabilidad de quienes lo saben y no lo dicen es grande porque -también lo saben- el matricidio es de facto un genocidio. Y no es ninguna metáfora. Es tan grande la responsabilidad como la de los que sabían que los campos de concentración nazis eran campos de exterminio, y no lo dijeron.

Hace poco leí en Internet que se estaba experimentando con cobayas la aplicación de hormonas artificiales y otras sustancias, para inhibir total o parcialmente la impronta. Antes de formularme la pregunta de si sería sólo para aplicaciones en la ganadería, todas las células de mi cuerpo se me encogieron del susto; como con la escisión de los núcleos atómicos o la ingeniería genética: ¿quién, con qué criterios, y hasta qué punto puede controlar la aplicación de estas tecnologías? Todo eso es lo que en un instante ‘pensaron’ las células de mi cuerpo, y también por supuesto, mis neuronas. Desde luego ya no estamos en los tiempos en que se echaba bromuro en la comida de los presos o de los conventos para inhibir el apetito sexual, ahora las cosas están más perfeccionadas. Y si, independientemente de la intencionalidad, llevamos ya años aplicando hormonas artificiales en otras etapas de la vida sexual de la mujer, como en la contracepción, en el parto o en la menopausia, con dosis tan calibradas y formas tan variadas como los óvulos vaginales o los parches, también se podrían llegar a aplicar para contener el deseo materno en la lactancia, como complemento de la tecnosexología y del conductismo emocional.

Las hormonas artificiales no pueden sustituir a las hormonas naturales. Las hormonas naturales no son solo un compuesto químico: se producen con las pulsiones, en un momento y en unas circunstancias determinadas, con un ritmo y una cadencia específica, en interacción y al unísono con otros múltiples y complejos procesos que abarcan a todo el cuerpo. La pulsatilidad de una hormona es un concepto que ya aparece en los estudios clínicos, y los hay por ejemplo, que muestran que la eficacia del reflejo de eyección de la leche depende de la pulsatilidad de la oxitocina. Y sabemos también la diferente acción de la oxitocina sintética -vaginal o intravenosa-, y de la oxitocina segregada de forma natural en el parto.

El control de la sexualidad humana ha estado siempre en relación directa con la necesidad de una determinada robotización y manipulación de los cuerpos. La sexualidad femenina es una amenaza latente; es un conocimiento antiguo, por más que hoy esté velado, que la capacidad orgástica de las mujeres es incompatible con la exclusividad monógama, y que parir y lactar con y por placer forma parte de las cualidades filogenéticas de nuestros cuerpos. En cualquier caso, es importantísimo y extremadamente urgente acabar con la mentira corporal que afecta a la maternidad, saber y decir que el deseo materno existe y para qué existe.

La Mimosa, 18 de octubre 2008

lunes, 8 de septiembre de 2008

Amamantar por placer

AMAMANTAR POR PLACER Y LA UBICACIÓN DE LOS RECEPTORES DE OXITOCINA
Reseña del libro EL CRISANTEMO Y LA ESPADA de Ruth Benedict (1946) (Alianza editorial, Colección antropología), comentada a la luz del MATERNAL EMOTIONS de Niles Newton (1955).
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Amamantar por placer no es una referencia al neolítico o a la Edad Dorada de Cervantes, o al tratado de anatomía de Ambroise Paré del siglo XVI; es lo que ocurría en el Japón, al menos hasta mediados del siglo pasado.

La antropóloga Ruth Benedict realizó un estudio de la sociedad japonesa por encargo del gobierno de los Estados Unidos, que requerría ‘comprender al enemigo’ en la IIª Guerra Mundial. El título 'el crisantemo y la espada', hace referencia a las luces y a las sombras que Benedict encontró en aquella sociedad.

El libro cuenta que la sociedad japonesa funciona o funcionaba de manera distinta, y en algunos aspectos al revés que la norteamericana: el periodo de mayor rigidez era el de la adultez, y el de mayor libertad y relajación, el de la infancia y la vejez. El sistema de coerción y de disciplina social se levanta sobre un tipo de ‘pecado original’ peculiar y específico, que deben expiar, y que se presenta como ‘una deuda’ que deben pagar. Pagar la deuda de vivir se identifica con su integridad y su dignidad humana, de tal manera que cualquier cosa queda subordinada a ese deber. Esta creencia es muy firme y estricta, y explica la rigidez y la disciplina de l@s japoneses.
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Sin embargo, cuenta Benedict, que contrariamente a lo que suponía, se encontró con un modelo de crianza mucho más amoroso que el occidental. Esto es consistente con el ‘amae’ que cuenta Michael Balint -citando al psiquiatra japonés Takeo Doi-: ‘amae’ (y su derivado ‘amaeru’) es un concepto japonés que no tiene equivalente en nuestra lengua y significa ‘amor primario’. Dice Doi que a los japoneses les cuesta trabajo creer que en las lenguas europeas no exista una palabra equivalente a ‘amae’ (y yo añado, que menos de lo que nos cuesta a nosotr@s creer y entender lo que significa dicha palabra). ‘Amae’ entonces, según Balint, es el tipo de amor que corresponde a la etapa primal de la vida humana, que tiene la carga libidinal más alta. Es el amor además del aprendizaje y puesta en marcha de las bases erótico-relacionales de la vida humana, como explicaba Juan Merelo-Barberá. Eliminar desde el principio el ‘amae’ es la vía seguida en occidente para establecer la dominación (por eso no existe palabra equivalente), que evita tener después que tomar medidas drásticas, como en el modelo musulmán.

Cuenta Benedict que según el sistema de creencias o paradigma de vida japonés, el periodo de mayor placer para las mujeres era el del amamantamiento. Tal era el reconocimiento y la consideración social que tenía el amamantar. Como dice Bergman, un paradigma es una presunción de cómo son las cosas, un sistema de creencias que se dan por inmutables y por lo tanto, nadie se interroga por ellas. Amamantar con y por placer formaba parte del sistema de creencias sobre la vida humana en la sociedad japonesa. No se imaginaban que las cosas pudieran ser de otro modo, o que pudiera existir un mundo sin ‘amae’.

Según Benedict, el gobierno japonés emprendió (no dice la fecha, en las primeras décadas del siglo XX) una campaña recomendando el destete a los 8 meses, con toda una serie de argumentos supuestamente científicos, que presentaban el destete como necesario para el bienestar y la salud del bebé. Las mujeres japonesas, dice Benedict, no hicieron caso y la campaña sólo tuvo algún eco entre las clases medias. Aún convencidas de que el destete era lo mejor para sus hij@s, las mujeres no siguieron las recomendaciones de las autoridades sanitarias, porque no querían renunciar al placer de amamantarles. Su resistencia fue grande, pues además eran criticadas de malas madres, de egoístas, por no obrar por el bien del bebé y sólo pensar en su propio placer. Es decir, que encima, como siempre, el placer se asociaba al sentimiento de culpa. Cuenta Benedict que l@s bebés eran siempre cargad@s, como ya sabíamos, dormían con las madres, etc.; y también que aprendían a hablar antes que a andar, cosa para la que Benedict no encontraba explicación. Sin embargo, ahora, a la luz de los recientes hallazgos que han trascendido de la neurobiología, sí podríamos entenderlo, sabiendo que existe una correspondencia entre el desarrollo y formación del sistema neurológico y el tipo de relación con la madre.

Volviendo al estudio de Benedict, el modelo de socialización japonés, al igual que el islámico, tiene una mayor permisividad en la etapa primal (lo que no quiere decir que sea total puesto que en Japón también se prohibía el calostro y la teta los tres primeros días), y luego asestan el golpe brusco; en lugar del proceso sutil y elaborado de nuestra civilización donde la represión, la drástica supresión del 'amae' empieza desde el mismo nacimiento.

En lugar de mutilaciones genitales, los japoneses tienen un sistema de chantaje emocional verdaderamente bestial, según el cual, l@s niñ@s viven bajo la amenaza de ser abandonad@s. Cuenta Benedict que el sistema forma parte de la cultura y de los hábitos sociales, hasta el punto que un visitante desconocido, sin estar previamente advertido, le seguirá el juego a una madre que le diga a su hij@ que el visitante ha venido para llevárselo; lo mismo que en nuestro país cualquiera le sigue el juego a una madre que le dice a su hij@ que van a venir los Reyes Magos. Bajo esta amenaza explícita, l@s niñ@s hacen cualquier cosa que se les mande hacer.

El relato de Benedict sobre el amamantar por placer, es consistente con el estudio fisiológico de Niles Newton (Maternal emotions, 1955). Newton era médico de un hospital y comenzó a investigar los casos clínicos de patologías de la lactancia: mastitis, obstrucciones, etc.; primero con un enfoque fisiológico y luego ya ampliando la investigación a demás factores psicológicos, sociales, sexuales, etc.

Sus primeros trabajos publicados fueron sobre el reflejo de eyección de la leche, el cual se realiza con la llegada de la oxitocina a la fina retícula muscular de los alveolos de los pechos (yo me he enterado de esto al leer a Newton). Newton se dio cuenta de que muchas veces había leche en las glándulas mamarias, pero no podía salir porque fallaba el reflejo de eyección, produciéndose los enquistamientos, mastitis, etc. Es decir, que estamos en lo mismo que le pasa al útero: falla el deseo, falla la sexualidad femenina, falla la producción de oxitocina, y entonces falla la fisiología de la lactancia. Newton después investigó la relación, en una misma mujer, de las diferentes expresiones de su sexualidad, la valoración de su condición femenina, etc. encontrando estadísticamente correlaciones significativas.

Así pues, las ‘contracciones’ del útero durante la lactación, también detectadas clínicamente, se deben a la oxitocina. La ubicación de los receptores de oxitocina, en los músculos del útero y de los pechos, explica la anatomía del sistema erógeno femenino, y también la relación entre el placer en los pechos y en el útero, tal como la describe Paré (y tal como lo expresan los dibujos del neolítico):

Luego existe una simpatía desde las mamas a la matriz: porque acariciando el pezón, la matriz se deleita de manera especial y siente un temblor agradable porque este pequeño extremo de la mama tiene un delicado sentir, debido a las terminaciones nerviosas que tiene: con el fin de que los pezones tengan afinidad con las partes que sirven a la generación, y también para que la mujer ofrezca y exhiba con mayor agrado sus pechos a la criatura que se los acaricia dulcemente con su lengua y su boca. Con lo cual la mujer siente un gran deleite, principalmente cuando hay leche en abundancia.

[Or y a-t-il une sympathie des mamelles à la matrice : car chatouillant le tétin, la matrice se délecte aucunement et sent une titillation agréable parce que ce petit bout de mamelle a le sentiment fort délicat, à cause de nerfs qui y finissent: à celle fin que même en cela les tétins eussent affinité avec les parties qui servent à la génération, et aussi à ce que la femelle offrît y exhibât plus volontiers ses mamelles à l’enfant qui les chatouille doucement de sa langue et bouche. A quoi la femme sent un grande délectation, et principalement quand le lait y est en abondance.]
Ambroise Paré, Tratado de Anatomía, 1575.

La activación del reflejo de eyección de la leche con la llegada de la oxitocina, que describe Newton, explica ‘la simpatía’ entre las mamas y la matriz, y también que ‘el deleite’ esté en relación con la abundancia de la leche (cuanta más leche, más pulsación de los músculos eyectores, etc.). También explica que las japonesas de Benedict siguieran amamantando por su propio placer, a pesar de haberlas hecho creer que no era bueno para sus bebés.

Esto es también consistente con los pulpos que las mujeres de hace tres mil años dibujaban en sus cántaros, cuyos ocho tentáculos, en la mayoría de los que he visto (entre otros, los 34 cántaros del museo arqueológico de Naxos), salen de los pechos. Amamantar entonces era el periodo de mayor placer en la vida de una mujer (como en el Japón que cuenta Benedict). Entonces corría la prolactina, la hormona del cuidado, también por el campo social, como dice Odent; era la sociedad del apoyo mutuo regulada por la economía sexual (Reich). ¡Vaya cambio de paradigma de mujer y de sociedad! ¡Y que no nos digan que es culpa de la tecnología! No hay que cuestionar la tecnología, pues si se recuperase el funcionamiento básico de la vida, todo lo demás se iría reajustando poco a poco.

Después del relato de Benedict y de Newton, queda claro que el contacto piel-con-piel del 'Cuidado Madre Canguro' (Kangaroo Mother CAre) de Bergman, es un indicador superficial de un proceso corporal más global, que va a depender, en nuestra sociedad, del grado de acorazamiento y desconexión interna del cuerpo materno. Se supone que la piel con piel puede activar y desencadenar la relajación necesaria para el proceso sexual, etc., pero hay que saber que lo decisivo es la carga libidinal de la relación corporal, carga que se puede reconocer por el placer que sientan las madres (y que necesariamente será compartido con su bebé, pues de otro modo no sería tal).


P.D.
A veces escribo en presente siguiendo las palabras de Benedict y a veces en pasado: no sé lo que habrá cambiado la sociedad japonesa en estas 7-8 décadas.

sábado, 30 de agosto de 2008

¿Domina el sistema neurológico los demás sistemas del cuerpo?

DOMINA EL SISTEMA NEUROLÓGICO HUMANO A LOS DEMÁS SISTEMAS DEL CUERPO?
Las cosas como son y las palabras para decirlas.


Recientemente han intentado convencerme de que el sistema neurológico humano es superior y domina sobre el resto de los sistemas que forman nuestro cuerpo. La cuestión me ha parecido muy importante, y me ha movido a escribir estas líneas.

Nuestra civilización tiene un lenguaje adaptado. Esto quiere decir que nombramos y pensamos las cosas definiéndolas por la manera en que tienen de funcionar en esta sociedad. Las cosas de la vida que pasan pero que no se ven, no se nombran ni se piensan; y cuando las percibes, no tenemos palabras para decirlas. Y así es como, cuando la percepción pasa, lo que habíamos percibido en un momento dado, retorna a su condición de invisible.

La adaptación del lenguaje es, claro está relativa; en muchos aspectos las relaciones de dominio tenazmente invisibilizadas, se ponen en evidencia; también las comparaciones entre distintas culturas nos hacen ver que lo que creíamos inmutable no lo es, o que lo que creíamos monolítico resulta que puede ser descompuesto en miles de otras cosas que se reorganizan continuamente de forma diversa y caótica, etc. etc. Pero aún así, las palabras son el esqueleto básico del orden simbólico que se instala en nuestro inconsciente y nos gobierna en muchos aspectos.

La incapacidad de imaginarnos y de conceptualizar muchas cosas de la vida y de su funcionamiento, es tan importante que, sin ella, los discursos que sustentan la represión de la vida en todos los campos, no se podrían mantener.

Por ejemplo, la incapacidad de imaginarnos y de conceptualizar la verdadera maternidad, o la armonía natural entre los dos sexos, la fraternidad entre hombres y mujeres que debería englobar las relaciones coitales (y no a la inversa, como manda el orden falocéntrico), o la armonía natural entre generaciones, etc. etc.

Otro ejemplo es el del pobre Machado, que tras percibir el distinto funcionamiento de la vida y del mundo de la dominación, tenía que dar un rodeo para distinguirlos, con aquello de “lo que se pierde si no se da’ y ‘lo que se pierde si no se guarda”, y así seguimos dando rodeos para distinguir las cosas.

También Bergman en su documental Restaurar el paradigma original… tiene que empezar por explicar el título; explicar lo que es un ‘paradigma’ (la presunción que nos hacemos de las cosas), para que se pueda entender que tenemos una presunción implícita equivocada del concepto de maternidad y del cuidado de l@s bebés.

Esta reflexión se centra en la presunción equivocada que nos hacemos de las cosas que son diferentes; una extraña tendencia a ver las diferencias en un orden jerárquico, sin ni siquiera darnos cuenta de que la jerarquización puede ser algo innecesario y ajeno a ellas. Pues la asignación de categorías jerárquicas es inconsciente y casi automática, y tenemos la mente siempre dispuesta a verlo todo jerárquicamente, los calificativos clasificadores de mejor, más fuerte, más importante, superior, más list@, más guap@, etc., en la punta de la lengua. Hay dos sexos en los seres humanos, y, zás, ya está, uno es superior a otro: hemos construido toda una civilización basada en la presunción de que los hombres son mejores y superiores que las mujeres, etc. etc., superioridad que ha sido profusamente argumentada con todo tipo de disparates sostenidos por las ciencias, las humanidades, las religiones, etc., durante siglos y siglos. Puesto que llevamos siglos viéndonos a nosotr@s mism@s y a nuestr@s hij@s, etc. jerarquizad@s, no es de extrañar que tengamos esta incapacidad de ver las cosas como son.

Sin entrar en la intencionalidad, en el por qué se inventó esta peculiar manera de ver las cosas, es preciso fijarse en ella para poder entender por qué el funcionamiento armónico y unísono de los sistemas que forman un ser vivo no nos cabe en la cabeza; y eso que tenemos la palabra para decirlo, la palabra sinergia: la decimos pero aún así, es como si no acabara de entrarnos en la cabeza.

La filosofía griega sentó las bases de la generalización del patriarcado en el siglo V a.c., con esta manera equívoca de ver las cosas. Aristóteles resumió este equívoco con aquello de que

Para hacer grandes cosas es preciso ser tan superior a los semejantes como lo es el hombre a la mujer, el padre a los hijos, el señor a los esclavos.

Haciendo trizas las relaciones sinérgicas, armónicas, de consanguinidad y grupales, entre los seres humanos que habían resultado de la propia evolución de la vida.

La simbiogénesis o endosimbiosis seriada es la teoría evolutiva que dice que las formas de vida evolucionaron de las más simples a las más complejas, por acoplamientos simbióticos. Es decir, que dos formas de vida con capacidad de autorregulación en sus ecosistemas correspondientes, se unen creando una autorregulación común y un ecosistema común más favorable para ambas. Y así se fueron haciendo organismos cada vez más complejos con sistema de autorregulación común, que engloba de forma armonizada los sistemas que le forman, y sus autorregulaciones específicas. La armonía entre las autorregulaciones de cada parte y la autorregulación del conjunto en un organismo complejo solo se puede entender como el resultado de un proceso evolutivo endosimbiótico; el resultado, el funcionamiento armónico común se ha llamado sinergia. En una organización sinérgica, cada parte realiza su función con su movimiento propio establecido filogenéticamente. Nadie le da órdenes a un glóbulo rojo de lo que tiene que hacer. Sin la perspectiva evolutiva de la simbiogénesis, es imposible imaginar que algo tan complejo funcione de modo armonioso y sincronizado como lo hace el cuerpo humano. ¿Cómo es posible que todos los sistemas del cuerpo humano funcionen al unísono, a todos los niveles, molecular, plasmático, celular, tejidos, órganos, sistemas enteros, etc., todas las reacciones químicas, físicas, los cambios moleculares, etc.? El acoplamiento sincronizado de las células para formar tejidos, los tejidos para formar órganos, las redes vasculares, neurales, neuromusculares, etc., es el resultado de un proceso evolutivo ‘endosimbiótico’. Puede haber otros fenómenos, pero esto es lo esencial de la vida y de su evolución.

La diversidad es imprescindible para el funcionamiento de la vida, y en el del cuerpo humano que, como dice Laborit, es un conjunto hipercomplejo de sistemas; tiene que haber diversidad para realizar las distintas y complejas funciones, unidas sinérgicamente. ¿Cómo es posible que la humanidad se haya pasado 2 ó 3 milenios creyendo que los hombres son más importantes o mejores o superiores que las mujeres? ¿No es obvio que la diferencia de sexos es imprescindible para el funcionamiento de la vida, es decir, que cada uno de ellos no podría existir sin el funcionamiento del otro? Los sistemas que forman nuestro cuerpo son todos imprescindibles (cada uno necesita del conjunto y el conjunto necesita de cada uno) e importantes.

Al jerarquizar las diferencias y hacer que unas cosas sean mejores y superiores que otras, rompemos la armonía fijada evolutivamente. Y además nos impide comprender y mantener el sentido que tiene la diversidad en la vida. Por ejemplo, cuando se traduce ‘maternal’ (Bachofen) por ‘matriarcal’, al asignar a la madre la función de mando la sustraemos la función libidinal fijada evolutivamente para el mantenimiento de la vida humana.

Si hay una palabra para definir la vida esa palabra es armonía. La armonía de la diversidad. Porque cualquier ente orgánico, cualquier especie está hecha de funciones diversas necesariamente armonizadas.

En las manadas de elefantes que recorren todavía algunas sabanas, se observa que las hembras y los machos caminan agrupad@s por sexos, y que a la cabeza del grupo de hembras marcha la más vieja… y esto se interpreta como una posición de dominio, y se dice que esta hembra es la ‘matriarca’ del grupo. La hembra más vieja es la que tiene más experiencia y más conocimiento acumulado y por eso realiza la función de ir abriendo el camino. Pero ¿tiene que suponer necesariamente una relación de dominio sobre las demás? ¿Por qué tenemos que entender una función específica como superior? ¿Quizá porque en nuestro mundo cuando alguien controla algo lo utiliza para manipular a los demás? Pasa lo mismo con el ‘jefe’ indio de nuestras películas de indios y vaqueros. Ahora resulta que con la palabra ‘jefe’ se traducía una palabra de la lengua indígena que no quería decir ‘jefe’, sino otra cosa que no existe en nuestro mundo, y era una función general de servicio, necesaria para el funcionamiento grupal. Este ‘jefe’ no tenía ningún poder de decisión, y su función no tenía ninguna connotación de dominio o de superioridad, aunque tuviera el reconocimiento de sus herman@s de hacerse cargo de una serie de labores grupales (lo mismo que hay un servicio de barrenderos para que funcionen las economías domésticas). Porque resulta que el tal ‘jefe’ era el mayor currante de todo el grupo, que trabajaba para todo el colectivo. ¡Cuántas funciones y cuántas cosas reales pero invisibles hay todavía que no tienen palabras para decirlas!

¿Por qué traducimos interpretando esa función del indio como si fuera una función de ‘jefatura’ (que implica tomar decisiones por los demás, dar órdenes, controlar su ejecución, etc.), que nada tiene que ver con la función que en realidad hacía, y que se puede hacer sencillamente sin atribuirle categoría jerárquica? Desde luego, es difícil de imaginar cosas de las que no hemos tenido ni siquiera la noción de su existencia, ni han sido nombradas en nuestra cultura. Como tampoco entendemos la diversidad de funciones de la vida, y que la vida es un encaje de diversas funciones armónicamente acopladas. Y en cambio estamos acostumbrad@s a un tipo determinado de funcionamiento en los que siempre hay alguien que está por encima de otr@s.

Entonces, lo que pasa es que, si se jerarquiza una función que no tiene nada que ver con tomar decisiones por los demás, dar órdenes y controlar su ejecución, es precisamente para introducir estas otras funciones que en principio eran ajenas a la función original.

La categoría jerárquica se atribuye además de acuerdo con el tipo de dominación que rige en nuestra civilización: lo que hacen los hombres, las mujeres, l@s niñ@s, los señores, los esclavos…

Y también, como en nuestra civilización la dominación descansa en la quiebra de la armonía entre el cerebro límbico y el neocortex, y en el sometimiento del primero al segundo (para mantener reprimida una parte de nuestra vitalidad), decimos que el neocortex es el ‘cerebro superior’, y así se explica y se dice cuando se estudia el cerebro humano.

Y en línea con esto, se dice que el sistema neurológico domina y es superior al resto de sistemas.

El argumento que me daban para defender la superioridad del cerebro y del sistema neurológico sobre los demás sistemas del cuerpo humano, era el cráneo, la osamenta que tenemos para protegerlo, que ningún otro órgano tiene.

Y seguimos con lo mismo, porque la vida pone dispositivos para proteger las cosas que hay que proteger, y es absurdo establecer una jerarquía entre las cosas por el tipo de protección que tienen. El tipo de protección es el adecuado para cada cosa, y precisamente porque son distintas y diversas cada una tiene distinta protección; y resulta que el cerebro, la masa encefálica, los lóbulos y las glándulas son de una textura super blanda que debe tener una adecuada protección. Lo mismo que la caja torácica, todo el costillar está para proteger el corazón y los pulmones, etc. Para que se entienda mejor:

Los delfines cuando van de un sitio a otro, nadan poniendo en medio de tod@s a las madres con crías para protegerlas, y esto no quiere decir que la madre con la cría, por estar especialmente protegida, sea un tipo de delfín ‘superior’ o ‘dominante’.

Todo es cuestión del cristal con el que se mira. Porque mira por donde, si en lugar de ser una delfina madre fuera un delfín macho, seguramente nos dirían que es el ‘jefe’ o el ‘patriarca’ que va escoltado por sus subordinados. Pero como es una delfina madre con su cría, a nadie se le ocurre decir que la delfina es superior, sino que se entiende por sentido común el proteger lo que debe ser protegido (o en todo caso, se diría que la delfina es inferior porque es más débil)

Según la jerarquía social establecida (Aristóteles), a quien deba ser protegido suele considerársele como más débil e inferior: así se consideraba inferior a las mujeres, a l@s niñ@s, etc. Pero en cambio, si se protege a un hombre, no es porque sea más débil, sino porque es un jefe superior, como el sistema neurológico humano que ‘domina’ nuestro cuerpo.

El otro argumento que se me daba para establecer la superioridad del sistema neurológico es que es lo último que deja de funcionar cuando uno se muere, es decir, que la muerte se declara con el electroencefalograma plano. Tampoco le veo sentido a este argumento. Es posible que sea el último sistema en dejar de funcionar, y puede ser una observación interesante para tener en cuenta en el funcionamiento del cuerpo, pero ¿por qué este aspecto específico tiene que configurarle como más importante, superior o dominante sobre los demás sistemas? Me parece tan arbitrario como el decir lo contrario, que el primero que deja de funcionar es el más importante, el que domina a los demás o el ‘superior’; y que por eso, tras fallar el más importante, se empiezan a morir los demás. Antes, cuando no había sistemas de ventilación artificial ni electroencefalogramas, se decía que nos moríamos cuando se paraba el corazón y dejábamos de respirar, porque dejamos de meter oxígeno. ¿Se consideraba por eso el sistema respiratorio o el cardiovascular ‘superior’ a los demás? También podríamos establecer que el sistema ‘superior’ es el reproductivo, porque ahí es donde nace y se hace el embrión humano; o que el ‘superior’ es el sistema erógeno porque es el que nos da más placer, y el placer es lo que mueve la vida… ¿Más sugerencias para establecer un baremo de categorías jerárquicas? Puede ser el sistema que más trabaje, el que más calorías queme, o el que menos, según nos pille el día. En las modas, da igual la moda que sea, lo importante es que exista la moda para que haya un baremo con respecto al cual clasificar a las mujeres para fomentar la competitividad. Pero en las cosas de la dominación, ahí los baremos no son arbitrarios, lo superior no puede ser cualquier cosa.

¿Por qué no se ve la función del sistema neurológico como una función al servicio de la sinergia corporal, al igual que el placer, o que el sistema cardio-vascular (un sistema de distribución a cada célula del oxígeno, nutrientes, etc. y de retirada de los productos de desecho), o que el sistema digestivo (que da las ‘ordenes’ al cerebro -en realidad envía señales- para que aparezca la pulsión de las ganas de comer, y que es capaz de despiezar y desmenuzar todo lo que ingerimos, de separar lo que sirve de los productos de desecho, de filtrarlo todo y transformarlo en las sustancias que todas y cada una de las demás células requieren), o los órganos de la percepción sensorial (ojos, oídos…) que ‘dan las órdenes’ al cerebro de tantas y tantas cosas?

Los discursos de la dominación, con su jerarquización, aplastan el sentido que tiene la diversidad y distorsionan las funciones originales; nos impide ver que la vida es la armonía de la diversidad, una autorregulación sin línea de mandos jerárquica.

De hecho no hay argumentos, pues todos dependen de la perspectiva. Todos los sistemas del cuerpo se están continuamente enviando señales (enzimas, moduladores, hormonas, etc.) que se pueden ver como órdenes emitidas por organismos jerarquizados a conveniencia, o como funciones o señales entre organismos in-formacionalmente relacionados (con trasvase de materia y energía), dentro de la autorregulación sinérgica y común del cuerpo humano.

Lo que se jerarquiza es por conveniencia social; es una arbitrariedad sujeta, determinada o impuesta por el pacto social; pero esta arbitrariedad es ajena al funcionamiento de la vida.

Una vez establecida la superioridad del cerebro y del sistema neurológico, entonces sólo hay que dar un pequeño paso para establecer la superioridad de los que tienen el cerebro más desarrollado, es decir los que son más ‘inteligentes’.

Y así con poco esfuerzo llegamos al paradigma fascista de los superhombres, de la inteligencia artificial y de la élite de superhombres ‘inteligentes’ que deben gobernar el mundo.

En un principio ya no hay necesidad de asociar la inteligencia superior a los hombres, a los adultos, a determinadas razas, o religiones, o linajes o a su poderío económico… pero si escarbamos un poco también nos acaban diciendo que tal raza tiene un determinado diámetro cráneo-encefálico o un coeficiente intelectual mayor, que tal religión tiene acumulada tanta sabiduría, que tales linajes y sectores sociales tienen más desarrollada la inteligencia y también la educan mejor, que poseen técnicas para desarrollar la inteligencia, etc. etc.

La Mimosa, 25 de agosto 2008


Se entiende que cada nivel de organización debe tener por finalidad la del conjunto,
y que la finalidad del conjunto debe permitir la de cada nivel de organización subyacente(…)
Si en un organismo no existen jerarquías, no existe relación de dominio,
es porque cada célula, cada órgano, cada sistema,
cumple una función cuya finalidad es participar en la conservación de la estructura del conjunto,
sin la cual ningún nivel de organización, del más simple al más complejo, podría sobrevivir.

Henri Laborit, Mecanismos biológicos y sociológicos de la agresividad, en La violence et se causes, ed.UNESCO, Paris 1981. (pág.49). Se puede descargar en
www.unesco.org

lunes, 25 de agosto de 2008

Objetivos de Amaryi

OBJETIVO GENERAL

Recuperar la maternidad impulsada por el deseo
y como parte de la vida sexual de la mujer;

Recuperar la maternidad como punto de partida para la vertebración
de todo el tejido social


OBJETIVOS PARCIALES

1) Recuperar la sexualidad de la mujer

* Recuperar el cuerpo de la mujer; recuperar la sensibilidad y la conciencia del útero como órgano que palpita con la excitación sexual, como impulso y latido de la vida, para que deje de estar contraído (danzas del vientre, visualizaciones)
* Realizar una información específicamente dirigida a las niñas sobre el punto anterior, de manera que puedan crecer con la conciencia y la sensibilidad del útero despierta.
* Impulsar la vida doméstica en asientos bajos, a ras de tierra.
* Trabajar las formas artísticas que recreen y organicen una simbología de la sexualidad uterina de la mujer en general y de la materna en particular.
* Promover el derecho de las criaturas a nacer de úteros no contraídos y de cuerpos de mujer sexual y bionergéticamente vivos (Reich); por el derecho a nacer siendo deseadas desde esos cuerpos; promover el reconocimiento del deseo de las criaturas hacia el cuerpo materno.

2) Apoyar los movimientos a favor de la humanización del parto y del nacimiento

Promover la información sobre lo que es parir y nacer, y trabajar por conseguir:

* que el parto sea considerado como algo propio de la mujer
* que toda mujer que lo desee pueda parir en casa, en la intimidad
* que los partos hospitalarios se humanicen, empezando por hacer respetar las recomendaciones de la
OMS sobre partos
* la autogestión de la salud y una medicina no autoritaria al servicio de las mujeres.

3) Apoyar los movimientos de comadres (doulas) y comadronas

Que tienden a recuperar las relaciones de hermandad entre las mujeres

4) Apoyar los movimientos y colectivos que trabajan por la protección de la exterogestación y la
lactancia materna, y que promuevan:


* la recuperación del co-lecho y del hábito de llevar a las criaturas pegadas al cuerpo, mediante
pañuelos o bandoleras, etc,
* la eliminación de chupetes de plástico, sillitas, cunas etc
* la presencia e integración de la pareja madre-criatura para humanizar los ambientes
laborales y públicos.
* denunciar el capitalismo y el trabajo asalariado como un obstáculo para la realización de la
maternidad.
* promover redes materiales y afectivas de apoyo para respaldar a toda mujer que realice la
opción libre de ser madre.
* apoyar las campañas de ampliación de la baja de maternidad.


5) Recuperar la mujer, recuperar la dignidad y la diversidad de su libido y el reconocimiento de su función social benefactora

* Recuperar la maternidad como algo propio de su vida sexual, independiente de la institución del
Matrimonio, de la realización de los patrimonios, de la revalorización de las plusvalías, y de cualquier
relación de Poder hombre/mujer.
* Promover un paradigma de mujer que rompa con el status de inferioridad social y de sumisión
milenaria al varón, y con la posición de Autoridad de la madre patriarcal hacia sus criaturas.

6) Recuperar la masculinidad entrañable:

* Una masculinidad basada en la abolición de las relaciones de poder hombre/mujer y
adult@s/niñ@s
*Comprometida en el restablecimiento del tejido social sinérgico y no jerárquico, basado en las
relaciones armónicas naturales entre los sexos y entre la adultez y la niñez
* Comprometida en la recuperación de la sociedad matrifocal y la función social del colectivo de
hombres en dicha organización.
* Comprometida con el cuidado y el bienestar de las criaturas de su entorno inmediato
*Apoyar los colectivos de hombres que trabajan por todo esto.

7) Promover el desarrollo y la integridad de las criaturas

* Denunciando su inferiorización social y el estatus de superioridad adulta y todas las formas de maltrato físico y psicológico que atentan al desarrollo de su capacidad de amar, tanto las realizadas por acción como por omisión.

* Apoyando las iniciativas que promuevan la participación de las criaturas en las decisiones que afectan a toda la vida cotidiana.
Para recuperar el tiempo y el espacio –la organización social- de una infancia libre de Autoridad; el derecho de las criaturas a su sexualidad, a comer, a dormir, a jugar, lo que quieran, cuando quieran; su capacidad de iniciativa, de curiosidad, de aprendizaje, de desear, de amar y ser amadas.

8) Apoyar los proyectos y movimientos de aprendizaje en libertad y/o de crecer sin escuela, y todos los que tiendan a sustituir el actual sistema de escolarización por alternativas que respeten los deseos y la curiosidad de
l@s niñ@s.


9) Apoyar proyectos y movimientos tendentes a recuperar la organización social acorde con la autorregulación natural de la vida humana y que promocionen:

* la deconstrucción de los géneros y del actual sistema de identidad individual
* la estructura grupal horizontal, como por ejemplo las colectividades, en la que la
maternidad es posible
* la sociedad basada en la realización del bienestar, frente a la sociedad basada en la
realización del Capital (= realización de los patrimonios)
* el sistema horizontal de disfrute de bienes de uso y consumo (frente al sistema económico de
reproducción vertical de patrimonios)
* la transmisión y el reconocimiento de la experiencia y de la sabiduría de la vida, que
ancestralmente se transmitía de madres a hijas.

10) Promover la investigación, documentación, debate e información acerca de todos los puntos
anteriores.

miércoles, 16 de julio de 2008

Pariremos con placer, la sexualidad oculta de las mujeres














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PARIREMOS CON PLACER
La sexualidad oculta de las mujeres
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Artículo inédito, resúmen del libro Pariremos con placer (3ª edición). - julio 2008

Ser madre significa existir y usar el propio cuerpo en función del hombre, y por lo tanto una vez más carecer del sentido y del valor del propio cuerpoy de la propia existencia a todos los niveles. Esta negación de sí misma es interiorizada a niveles tan profundos que es como si las mujeres, a lo largo de toda su historia, no hiciesen más que repetir esta experiencia de autodestrucción. (Lea Melandri La infamia originaria (1))


En el siglo pasado se publicaron varios trabajos muy importantes relativos a nuestra sexualidad y al parto, que no han sido suficientemente reconocidos y divulgados. Entre esta literatura se encuentra lo que se reseña en este artículo.
La obra del obstetra inglés Grantley Dick Read (2), recoge una investigación que comenzó con su observación de que la dificultad de un parto estaba en relación directa con el grado de stress de la madre; stress que Read veía a su vez relacionado con el miedo y la ignorancia. Esta observación junto con su creencia, como conocedor de la biología del cuerpo humano, de que no hay procesos fisiológicos que se produzcan con dolor en condiciones normales de salud, le llevó a realizar diferentes estudios: uno de ellos sobre el parto en aborígenes africanas; otro sobre los receptores del dolor, y finalmente, sobre el funcionamiento neuromuscular de la bolsa uterina. Grosso modo sus conclusiones fueron estas:
Sobre el parto en aborígenes africanas llegó a la conclusión de que en las civilizaciones primitivas o tribales en las que no existen divinidades o apenas tiene relevancia la religión, se concibe el parto como algo absolutamente fisiológico y que acontece sin dolor (3).
En cuanto al estudio de los receptores de dolor, realizado en humanos y también en algunos animales, le llevó a afirmar que el dolor es un sistema de defensa. En primer lugar, por la misma localización y disposición de los nociceptors (las terminaciones nerviosas sensibles a la agresión que transmiten la sensación de dolor), para realizar la función de proteger las partes más delicadas de nuestro organismo; por eso, por ejemplo, tenemos más sensibilidad ante el dolor en la parte delantera de nuestro cuerpo, para proteger las vísceras, que en la espalda. En segundo lugar, por el tipo de sensibilidad específica de los nociceptors para el tipo de defensa que se requiere: así afirma que pegar un tajo con el bisturí a un útero no duele, en cambio duele mucho el calambre, la disfunción del movimiento de distensión muscular, que es lo que hay que evitar para que el parto fluya fisiológicamente. Es decir, que el dolor del 'calambre’ de los músculos del útero está ahí para evitar que el parto se realice de ese modo.
En cuanto a la anatomía neuromuscular del útero, Read observó tres capas de fibras musculares: las longitudinales, las circulares y las intermedias (ver Figura 1 al comienzo).
Las intermedias, que forman la capa media de la pared de la bolsa uterina, son haces muy apretados que rodean, en forma de ochos y de espirales, los vasos sanguíneos que suministran el oxígeno a las células y retiran los productos de desecho; son un dispositivo previsto para acompañar el intenso trabajo de los músculos uterinos durante el parto; Read asegura que esta actividad muscular para aumentar el flujo sanguíneo es importantísima para la fisiología del parto (por ejemplo, es sabido que algunos deportistas se transfunden bolsas de sangre para incrementar su rendimiento).
Los haces circulares, como puede observarse en la Figura 1, son escasos en la parte superior de la bolsa uterina y se van haciendo más seguidos hacia la parte media inferior, para terminar formando los compactos haces circulares del cérvix. Read explica que los músculos longitudinales y los circulares forman un par que debe funcionar de manera sincronizada: cuando unos están contraídos los otros se distienden y viceversa, y pone varios ejemplos, como el del bíceps y el tríceps de nuestros brazos: cuando doblamos el brazo el tríceps se contrae el bíceps se distiende, y cuando estiramos el brazo, sucede lo contrario; continuamente movemos el brazo y nuestros músculos funcionan a la par, sin producir dolor, a menos que alguno sufra alguna 'contractura' que lo impida; pone también el ejemplo de la vejiga urinaria, que tiene una anatomía muscular aparentemente similar a la del útero: los haces longitudinales están distendidos y los circulares contraídos para retener la orina: cuando orinamos, los circulares se distienden para permitir que el movimiento de contracción-distensión de los longitudinales expulsen la orina.
Así, explica Read, los haces longitudinales tienen la función de vaciar y los circulares de retener, y cuando los longitudinales empujan hacia fuera, los circulares deben de aflojarse y distenderse (aflojar la garra, como dice el también obstetra F.Leboyer (4)), lo mismo en el útero que en la vejiga urinaria. Continúa explicando Read que los haces longitudinales están inervados al sistema nervioso parasimpático (snps) mientras que los circulares al simpático (sns). Como es sabido, el snps, también llamado sistema vagal, es el que se activa en el estado de relajación, y el sns el que funciona en estado de stress y de alerta; de manera que por eso, concluye Read, el cérvix no ‘dilata’ cuando la mujer está en ese estado, con el sns activado (la fisiología de parto, establecida a lo largo de la evolución, prevee la detención de un proceso de parto si aparece un riesgo para la hembra; por eso el cérvix no afloja la garra si la mujer está en estado de stress); de manera que las fibras circulares, en lugar de funcionar acompasadamente en armonía con el movimiento de los longitudinales, ofrecen una resistencia que hace entrar a estos últimos en un movimiento espasmódico; unos espasmos que producen el dolor del calambre, pero que no se reconocen como tales sino como si fueran las contracciones normales del parto.
Así es como Read llega a la conclusión de que el miedo, que mantiene activo el sistema simpático, impide la relajación y la distensión de los músculos circulares de la boca del útero, produciendo el movimiento espástico o espasmódico del útero, lo que considera una disfunción de la fisiología natural y normal del parto.
En la comparación que hace Read entre el funcionamiento de la vejiga urinaria y el del útero, creo que está la clave del último paso que le faltó dar a este honrado y genial investigador, para entender definitivamente la fisiología del parto. Porque el útero, a diferencia de la vejiga urinaria, tiene receptores de oxitocina en el tejido muscular… para activarse con la llegada de esta hormona; es decir, en el útero interviene la sexualidad cosa que no sucede en la vejiga urinaria, y por eso su fisiología no es del todo similar ni comparable a la del útero.
De hecho, cuando se induce o se quiere acelerar un parto con oxitocina sintética, lo que sucede es que las fibras longitudinales del útero se baten espasmódicamente, pegando tirones a las fibras circulares que permanecen contraídas (además la oxitocina sintética llega en tromba en lugar de llegar de forma pulsátil). Por eso es muy frecuente que un parto inducido acabe en cesárea. La fisiología natural del parto supone el estado de relajación de la mujer, el sns desactivado y la producción natural de oxitocina.

En 1966, unos años después de la publicación de la obra de Read, William Masters y Virginia Johnson publicaron su Human Sexual Response (5), en el que recogen el movimiento del útero que tiene lugar en todos los orgasmos femeninos. L@s autor@s dibujan en una lámina el movimiento del útero durante el orgasmo (Fig. 2 al comienzo del artículo), y en otras, la secuencia de dicho movimiento registrado con electrodos intrauterinos (Figs. 3 y 4 al comienzo del artículo): una sucesión de contracciones-distensiones, un latido rítmico… que es lo mismo que tiene que realizar el útero durante el trabajo de parto. Lo asombroso es que la obstetricia y las mujeres y el mundo en general, hemos continuado sin relacionar el trabajo del parto con el orgasmo, como si el parto con dolor fuera consustancial a la condición de la hembra humana.
Porque, de algún modo, el mecanismo neuromuscular del útero descrito por Read, se completa con el ‘electrouterograma’ del orgasmo. Frederick Leboyer (4), sin necesidad de electrodos intrauterinos, también ha observado y explicado los dos tipos de ‘contracciones’ en los partos: las patológicas (con terribles dolores) y las normales (generadoras de placer).

Todo esto nos permite entender, por fin, los testimonios antropológicos acerca de pueblos enteros que desconocían el dolor en el parto (Montaigne, Bartolomé de las Casas, los bosquimanos del siglo pasado, etc.). Y así mismo la maldición divina del ‘parirás con dolor’, que implícitamente no sólo dice que antes no se paría con dolor, sino además que sabían cómo hacerlo.
Desde luego tenía razón Read, de que el miedo no permite la relajación de los haces circulares del útero; porque el miedo es incompatible con cualquier acto sexual; toda la sexualidad por definición es la extrema relajación, la activación total del tono vagal, la confianza en el entorno, el switch off del simpático y de la intervención del neocortex, etc., lo opuesto al estado neuro-endocrino-muscular de un cuerpo que tiene miedo. Fue una aproximación certera la de Read; sólo faltó entender el parto como un acto sexual.
Ahora bien, entender el parto como un acto sexual implica una aproximación a la sexualidad femenina diferente de la establecida en la dominación patriarcal que, para empezar, es exclusivamente falocéntrica.
Pese al paradigma falocrático vigente, en el siglo pasado hubo mujeres obstetras que abordaron la maternidad desde la perspectiva de la verdadera sexualidad femenina. Por ejemplo, la norteamericana Niles Newton, médico de la Research Associate in Obstetrics de la Universidad de Pennsyilvania (6) afirmó (1955), que las emociones sexuales de la mujer (woman's sexual emotions) conciernen a más aspectos de su vida que a los de sus relaciones con el sexo opuesto. Estos aspectos más amplios de su comportamiento sexual y de sus sentimientos, aunque afectan a muchas partes de la vida de la mujer, por lo general se desprecian; cuando no se ignoran por completo, se contemplan como partes de su función biológica, separadas y no relacionadas entre sí.
En esta actitud está implícita la discriminación cultural que se arrastra contra la mujer. En muchos aspectos se contempla a la mujer como una fotocopia del hombre. A menudo, sus características sexuales específicas se subrayan en la medida en que son de interés para el sexo opuesto.
Todo un alegato contra el falocentrismo exclusivista, y a favor del entendimiento de la maternidad como parte de la sexualidad femenina Una sexualidad conforme a la cual las mujeres pariríamos con placer, y los seres humanos crecerían en la expansión de su capacidad orgástica; expansión incompatible con la dominación masculina, el estado de sumisión y el fratricidio.
Por otra parte el útero ha sido considerado el centro del esqueleto erógeno de la mujer; por ejemplo, la sexóloga francesa Maryse Choisy (1976) (7) asegura que el orgasmo cervico-uterino, que arranca en el cuello del útero, es el más auténtico y difiere de todos los otros placeres en intensidad, profundidad, calidad, y sobre todo en ritmo y en extensión; es más difuso. Termina por abarcar el cuerpo entero.
Es decir, el latido del útero irradia olas de placer, como también hace cuando tiembla. Yvonne Knibielher (1975) (8) cita al anatomista francés Ambroise Paré del siglo XVI, que recomienda al esposo que efectúe a la mujer caricias previas a la cópula, hasta que ella se embargue de deseo… lo que sucede en el momento en que su matriz le tiembla (‘lorsque sa matrice lui frétille’), poniendo de manifiesto el conocimiento antiguo que asociaba la excitación sexual de la mujer con el temblor y el latido del útero. Para los griegos también la frigidez sexual de la mujer estaba asociada a la inmovilización del útero; de ahí el nombre de ‘histeria’ que procede de hystera (útero en griego). Paré también aseguraba que la acción y utilidad de la matriz es concebir y engendrar con un placer extremo. .
Otro trabajo también muy desconocido es el estudio de Ramón Serrano Vicens (9) sobre la sexualidad de la mujer, que llevó a cabo dejando hablar de sus experiencias íntimas a 1.417 mujeres, de todas las esferas sociales y de todas las edades. Alfred Kinsey visitó a Serrano Vicens cuando llevaba computadas 1300 entrevistas, y ya entonces aseguró que se trataba del trabajo más completo llevado a cabo en toda Europa. Sin embargo, a pesar del apoyo del mismo Kinsey, los resultados de su investigación no pudieron hacerse públicos hasta varios años después. La conclusión de la investigación de Serrano Vicens es que la capacidad sexual y orgástica de la mujer es mucho mayor que lo que normalmente se admite, y además dista mucho de ser exclusivamente falocéntrica; en la práctica esa capacidad se desarrolla en una alta proporción al margen del coito, lo que supone todo un varapalo a la institución de la pareja heterosexual estable: aparece antes de la pubertad, no está vinculada a la reproducción, y es muy variada y diversa (utiliza la idea de que es tan única como las huellas dactilares). Afirma que esta altísima capacidad orgástica de la mujer se ha mantenido oculta convirtiendo sus manifestaciones en algo patológico: la ninfomanía. En su estudio un 2,5 % de mujeres tenían de modo habitual de 15 a 20 orgasmos consecutivos, e incluso más; este dato nos da una idea de lo que sería la sexualidad femenina en una sociedad no patriarcal. Otro aspecto de la investigación es la variedad de modalidades en las que la sexualidad de las mujeres se desarrollaba, y en las que el autoerotismo y la homosexualidad aparecían de manera muy importante. También señala que el desarrollo de unas determinadas prácticas sexuales no parecía excluir u obstruir las otras, sino que en general sucedía al revés; por ejemplo, a mayor desarrollo de la capacidad orgástica en la infancia y en la adolescencia, con prácticas solitarias o con amigas (homosexualidad), mayor capacidad orgástica en las relaciones coitales conyugales había después.
Serrano Vicens compartió con Juan Merelo-Barberá (10) sus investigaciones, entre ellas que el orgasmo en el parto es un hecho corriente, y no insólito ni raro en la naturaleza de la mujer (Merelo-Barberá). Serrano Vicens había encontrado algunos casos de partos orgásmicos, y al contárselo a Kinsey éste le contesto que él había conocido también tres casos. Por su parte Merelo-Barberá, en su propia investigación halló nueve casos, y Claude Schebat (Hospital Universitario de Paris) 14 en 254 partos observados. ¡Pero también Masters y Johnson en su libro relatan haber conocido doce casos de partos orgásmicos! Así mismo, en El Informe Hite, la autora dice: unas cuantas mujeres mencionaron el parto como otra especie de orgasmo… incluso… una de ellas dijo que “el nacimiento de mi primera hija ha sido considerado por mí como el mayor orgasmo de mi vida”.
Como es sabido, Merelo-Barberá presentó un informe sobre la relación entre el orgasmo y el parto en el Congreso de Ginecología de París, en 1974; no hubo réplica ni crítica ni debate: sólo el silencio y alguna aislada iniciativa como la de Schebat. Pero lo que sí hubo fue un firme cierre de filas, que hizo que a Serrano Vicens le costara tanto trabajo editar su libro, incluso que fuera perseguido por un artículo publicado en una revista especializada (ver al final carta de Juan Merelo-Barberá a Serrano Vicens).
Serrano Vicens también explica (Informe sexual de la mujer española (9)) la relación entre esta represión específica de la sexualidad de la mujer y la imposición social de la dominación masculina, una explicación que tiene un gran valor proviniendo de un hombre, y por la que demuestra su sensibilidad y su integridad humana.
Cierre de filas, Santiago y cierra España. ¡Pero qué poco importa que las mujeres y las criaturas sufran los terribles dolores del parto! La cantidad de sufrimiento que conlleva esta violación de nuestros cuerpos es casi infinita. La poca divulgación de estas informaciones, realizada además por separado, permite entender en parte nuestra falta de reacción, de las mujeres en general y de las científicas en particular, ante un asunto tan importante. Es hora de retomarlo y que desde el feminismo se aborde la recuperación de la maternidad, no como esclavitud ni como carga ni como enfermedad, sino como una opción gozosa del desarrollo de nuestra sexualidad y de nuestras vidas.
Para que cese la orfandad (Victoria Sau (11) y que el dolor de la falta de madre (Luce Irigaray (12) deje de perseguirnos.



"En el patriarcado, todo el mundo está huérfano de madre".

Victoria Sau: La maternidad, una impostura. M = f (P)



¿Dónde quedan, para nosotras, lo imaginario y lo simbólico de la vida intrauterina y del primer cuerpo a cuerpo con la madre? ¿En que noche, en qué locura quedan abandonados?...Deseo loco, esta relación con la madre, ya que constituye el 'continente negro' por excelencia. Permanece en la sombra de nuestra cultura, es su sombra y sus infiernos...
Luce Irigaray: El cuerpo a cuerpo con la madre.



NOTAS:


(1) LEA MELANDRI, La infamia originaria, Hacer-Ricou, Barcelona 1977
(2) GRANTLEY DICK READ, Childbirth without fear, 4th ed. Harper and Row, New York 1972; Revelation of childbirth, William Heinemann Medical Books, 1945.
(3) CLAUDIO BECERRO DE BENGOA entrevista de Mayka Sánchez, El País
25.09.1995. Becerro de Bengoa es autor de: Educación maternal y beta-
endorfinas en plasma materno durante el parto. Tesis Doctoral, Universidad
Complutense de Madrid, Facultad de Medicina, 1992.
(4) FREDERICK LEBOYER, El parto: crónica de un viaje, Alta Fulla, Barcelona
1976.
(5) WILLIAM MASTERS y VIRGINIA JOHNSON, Human Sexual Response, Little, Brown & Co, Boston1966.
(6) NILES NEWTON, Maternal emotions, Nueva York 1955.
(7) MARYSE CHOISY, La guerre des sexes, Publications Premièrs, Paris 1970.
(8) YVONNE KNIBIELHER, Histoire des Mères, Montalba, 1977.
(9) RAMON SERRANO VICENS, La sexualidad femenina, Júcar, Valencia 1972; Informe Sexual de la Mujer Española, Lyder, Madrid 1977.
(10)JUAN MERELO BARBERA, Parirás con placer, Kairós, Barcelona 1980.
(11)VICTORIA SAU, La maternidad: una impostura, M = f(P), Revista Duoda nº 6, Universidad de Barcelona 1994.
(12) LUCE IRIGARAY (1981), El cuerpo a cuerpo con la madre, laSal ed. de les dones, Barcelona 1985.